martes, 5 de octubre de 2010

Buscando al listo de la clase

Todos recordamos quién era el listo de nuestra clase. O los listos. Podían ser académicamente los mejores o no, pero todos sabíamos reconocerlos. Últimamente, estoy llegando a la conclusión de que la habilidad para detectar la superdotación (o elija usted el término políticamente correcto de su agrado), se pierde con la edad y con la formación. Más aún, si la formación es la de profesor.

El Ministerio de Educación publicó en el año 2000 un monográfico sobre este tema (López Andrada, B.; Betrán Palacio, Mª T.; López Medina, B.; Chicharro Villalba, D.; CIDE: Alumnos precoces, superdotados y de altas capacidades. Madrid. 2000.), donde se expone que este colectivo tiene unas necesidades educativas especiales. Estuve ayer navegando por planes de estudios de los Maestros de Educación Especial buscando en cuáles, dónde y cómo se ocupaban de este tema. Tal y como me imaginaba, empezando por la descripción de la titulación, las necesidades educativas a las que se refieren son exclusivamente las minusvalías, discapacidades, deficiencias o llámelas usted como políticamente mejor le parezca. Seguro que hay excepciones porque sólo hice un sondeo, pero claramente no estamos pensando en estos niños cuando formamos a los maestros. En los planes de estudio de Magisterio se incluyen estrategias de atención a la diversidad, pero siempre la diversidad de "la cola": absentismo, trastornos de atención, dislexias, o mil otras. Cuando tratamos de ver "la otra cola", nos podemos encontrar con fracaso escolar, notas mediocres o una colección de sobresalientes; familias tradicionales, menos tradicionales o desestructuradas; con niños rebeldes en clase, o que pasan desapercibidos, o de actitud impecable. Si bien estoy totalmente de acuerdo en que es difícil en esas condiciones hacer la detección, ¿en los colegios no se sorprenden de la escasez de talentos que tienen?.

Ahora dejadme que juegue un poco con los números: El Ministerio de Educación cifra en casi 8 millones de alumnos los matriculados en todos los ciclos formativos (infantil, primaria, ESO, bachillerato y FP). Si consideramos superdotadas a aquellas personas que están en el 2-4% superior de la población, nos sale que tenemos matriculados entre 160.000 y 320.000 superdotados en España. Para hacer la cifra más tangible, en un colegio de infantil y primaria con dos líneas (unos 450 alumnos), podríamos encontrar de 9 a 18 alumnos superdotados. ¿De verdad cree el director que todos los que les correspondían estadísticamente han ido a parar a otro colegio? ¿y no se mosquean los consejeros/delegados/ministros de educación cuando coinciden todos los colegios en que tienen 20 niños con necesidades educativas especiales y que les faltan horas de logopeda, orientador y apoyo, pero ninguno de esos niños tiene necesidades educativas por superdotación?


Tomemos 50 definiciones diferentes de superdotación (seguro que las encontramos si buscamos bien). Tomemos los correspondientes tests, cuestionarios o similares con los que se mide el grado de superdotación adecuada a la definición propuesta por el autor. Estaría bien que existiera una medida contante y sonante de superdotación. Única y estándar. Aceptada por la comunidad y razonablemente barata de comprobar. De esa manera, sabríamos quiénes son esos sujetos que hemos perdido por el camino. Mientras tanto, sólo sabemos cuántos son: El 2-4% de la población. Y sabemos que muy pocos (algunos autores hablan de un 0.6%) tienen lo que el Ministerio establece que es suyo. Eso sí, que no se les ocurra quejarse a ellos o a sus padres, porque siempre se les puede decir "No te quejes, que tu problema es que el niño es listo. Ya me gustaría a mi...". Y ahí se quedan. Con sus normativas preparadas que, a veces no se aplican y, a veces, simplemente no se sabe a quién aplicarlas. Con su fracaso o su éxito académico. Sin su educación especial.


PD. Mando desde aquí mis sinceras disculpas a los (estadísticamente) entre 38 y 78 alumnos superdotados que han pasado por mis aulas sin que yo los viera. Un abrazo cordial a M. y J., los otros dos superdotados a los que tanto he disfrutado intentando enseñar... aunque no tanto como aprendiendo de su curiosidad implacable.

3 comentarios:

  1. Francamente me da un poco de miedo el término superdotado y equivalentes. Te propongo que leas el capítulo que habla de ello en el libro "Outliers" de Malcolm Gladwell
    Sin duda hay que cuidar a cada niño de acuerdo con sus inquietudes y su potencial en cada momento de su vida escolar.

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  2. Bienvenido, CeltíberoMesetario.

    Me encantó "Outliers" y sí, hay mucho que matizar y que decir sobre la superdotación (en cualquiera de sus términos equivalentes). Seguro que haré más entradas sobre este tema en el futuro, porque me llama mucho. Gracias por recordarme ese capítulo. Me lo releo en cuanto tenga otro rato.

    Lo de que te dé miedo el término, pues supongo que es por lo mismo que daba miedo "subnormal" y luego "discapacitado". Pero están en el diccionario y con su definición bien clarita. Cuando se llega al abuso del término, lo cambiamos por otro algo más ambiguo. Ahora a los superdotados se les llama "de altas capacidades" y google se está empeñando en subrayarme subnormal mientras escribo como si la RAE ya no lo aceptara.

    Estoy totalmente de acuerdo con tu última frase y mi postura es que hay un 10% (por poner una cifra) en cada extremo de lo que llamamos normalidad que tiene un potencial y unas inquietudes suficientemente diferentes del niño promedio como para necesitar un cuidado especial. Y ese cuidado no se está teniendo con uno de los dos extremos.

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  3. A mi no me da miedo el término superdotado, pero sí creo que no es el más apropiado para hablar de este tema. Ni siquiera "altas capacidades u otro equivalente". Desde luego, los niños superdotados existen, el sistema los ignora, y eso es un problema que habría que abordar. Dicho de paso: si hablamos de la definición estándar de superdotados, el problema es de difícil solución, porque en su entorno no están bien, y sacarlos de su entorno también tiene contraindicaciones, habría que pensar en algo mixto.
    Pero me parece incluso más grave que el sistema tampoco cuida a los niños que tienen sólo un talento claramente superior a la media. Y aquí la solución es mucho más sencilla: sería suficiente con que al proponer cualquier tarea, el maestro pensara en que debe haber variedad, también alguna cuestión no tan sencilla, que estimule a ** todos ** a pensar.

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