martes, 29 de marzo de 2011

Congreso de Psicología de la Educación en Valladolid

Este enlace explica por qué estoy blogueando menos últimamente:

http://www.eventoplenos.com/cipe2011/

Nuestra ponencia es el jueves por la tarde y ¡aún no tengo la charla preparada!

Intentaré ir a alguna de las plenarias y ya os contaré lo que aprenda.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Conoces a tu hijo? (Post Invitado)

Una amiga con la que comparto reflexiones sobre la educación y desahogos me ha hecho el favor de escribir lo que le acaba de pasar con su hija como post invitado. Aprovecho para animaros a quienes queráis compartir algo a que hagáis lo mismo. No sólo de comentarios viven las reflexiones :)

Gracias, niña.

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Soy una "madre canguro". Paso todo el tiempo que puedo con mis hijos. 
Si pudiera, ese tiempo sería mayor aún. Aunque puedo decir que las únicas
horas que no paso con ellos son las que se enmarcan en el horario escolar.
Juego, bailo, leo, pinto, hablo con ellos.  No digo que sea una madre perfecta, 
pero sí que soy cercana, "achuchona", y que pongo todo lo mejor de mí.

Pero con todo y eso, llegó un día que mi hija mayor pareció pegar un cambio impresionante. 
Una niña buena, cariñosa, tranquila, pacífica, muy unida a mí, y de pronto una ira enorme la invadía 
y así se expandía. Se rebeló contra los deberes, contra estudiar
para los exámenes. Escribió mal a propósito, sacó malas notas. Se enfadó mucho
por todo y por simplezas. Exageró en su enfado contra el mundo. Y contra mí también.

Una vez leí un breve artículo titulado Padres detectives en el que hablaba sobre 
los padres que, ante un problema de sus hijos, lograban descubrir su causa, volcando en ello lo mejor de su
inteligencia intelectual y emocional.
Con el estómago encogido cada día, porque se trataba de mi niña, me lo tomé con mayor
dedicación que la investigación para una tesis doctoral. 
Leí bibliografía, indagué posibles causas. Valoré causas fisiológicas, emocionales, de contexto.
Fui desde la posible pubertad anticipada, una adolescencia precoz - edad-del-pavo-antes-de-tiempo, 
hasta un posible estrés  por demasiados deberes, exigencias y estudios. 
Pasé por sopesar un entorno competitivo, una niña con mentalidad todavía infantil, sin entender nada, en medio 
de otras demasiado adultas para su edad.

En paralelo con eso puse en práctica estrategias encaminadas al control de los enfados, el encauce
positivo de la ira, relajación respecto del entorno competitivo, subirle la autoestima, darle mucha más compañía
refuerzo del comportamiento positivo y hacerle ver buenas ventajas (no materiales) de ser grande y mayor. 

Me presenté varias veces en el cole en horas de recreo para observar, exploré, hablé con la profesora, hablé con mi niña,
intentando buscar una causa, busqué a través de las madres de sus amigos lo que otros niños tuvieran que contar.
Y, finalmente, la recompensa llegó y vino tirando de la lengua de ella misma, y vino a la misma vez contado
por otros niños. Encontré a mi hija en medio de la agresividad física y verbal
de un niño y algunos "acólitos". La encontré con la autoestima destruida por sus burlas, con la
timidez exacerbada por el ridículo al que podía someterse. La encontré enfada con su entorno por estar 
desprotegida ante todo eso, enfada consigo misma por no saber salir de la situación, rebelde contra 
toda forma de control de su persona. 

Me sentí feliz sólo por el hecho de saberlo y de que ella supiera que yo lo sabía. Ella se sintió feliz
porque yo lo supiera, porque lo hayamos hablado con su profesora, por sentirse apoyada en todas partes.

Y ha sido como si hubiera empezado a salir el sol otra vez después de la tormenta.

No digo que todo ha terminado, el camino que ya habíamos andado, tendremos que seguir con él, las medidas
tomadas deberán seguir dando frutos. Será con paciencia, pero con alegría de saberse no dando palos
de ciegos y de ver la recompensa en la sonrisa que ilumina todo el rato la cara de mi hija.

Con esto una recomendación a todos los padres para emplearse a fondo, como decia antes, volcar todos
sus recursos, su inteligencia emocional e intelectual, confiar en su instinto, no darse por vencido.
Estoy convencida de que el tiempo, el mucho tiempo y de mucha calidad, que he pasado siempre con mis hijos
me ha ayudado en esta situación, porque confío en lo que sé sobre ellos, en lo que los conozco, 
y confío en la fortaleza de  su relación conmigo. Este es el amor con mayúsculas. 

miércoles, 9 de marzo de 2011

Las TIC en los juegos infantiles educativos

¡Me han publicado un artículo!

http://www.creatividadysociedad.com/index.html

(Número 16, Marzo 2011)

jueves, 3 de marzo de 2011

Ven al cole... sin el niño

Hoy toca un desahogo:

Nos mandan una nota del cole diciendo que, para ayudarnos a hacer los disfraces, van a organizar un taller a las 4 en la clase para que vayamos a hacerlos allí. Que llevemos grapadora y tijeras. Me descoloca. No sé si dar las gracias por la supuesta ayuda o si aclarar que mi hijo pasa de vestirse de mariquita (de las rojas con puntos negros), o si aclarar que tengo muchas cosas interesantes que hacer a las 4... En fin. Me autoimpongo animarme y, por un momento, visualizo la clase donde estaré tan ricamente tirada en el suelo entre cartulinas y barras de pegamento, viendo cómo los niños malrecortan unos lunares que malpegan en un saco rojo. Empiezo a oler la goma de borrar. Y me imagino a los críos riendo y pisoteando todo. Y algunas de las madres de sus amigos son bien simpáticas. "Con ganas, niña", me digo, "que puede estar bien". Confirmo con la profesora: ¿Esta tarde es lo de los disfraces? Sí. ¿Y los niños?, digo tontamente, pensando que a esa hora el mío tiene cerámica. "Mejor que no vengan, que va a ser mucho lío." Y veo cómo comienzan las llamadas a padres y abuelos para ver quién se queda con el niño. Se me borra la sonrisa. Me apunto cancelar la cancelación de los planes de la tarde y perder la grapadora. Y que no se me olvide esconder las tijeras. No vaya a ser que a última hora me entre el remordimiento de conciencia y acabe pareciéndome hasta normal organizar una actividad de niños y para los niños... sin los niños.