lunes, 26 de enero de 2015

Examen "de teoría" (de matemáticas) en 5o de Primaria

Comiendo con unos amigos, dicen que se tienen que ir pronto, que el niño (5o Primaria) tiene que estudiar porque tiene un examen de teoría de matemáticas. Sorprendida por el apellido "de teoría", indago un poco más en qué consiste eso. La respuesta me deja estupefacta: Memorizar la teoría de la división. ¿Cómo la teoría?, pregunto. Y me aclaran que hay que aprenderse los pasos que aparecen en el libro para realizar divisiones. Entonces, me explican que es un algoritmo en toda regla con sus condicionales y sus casos en que se detalla: "Si los dos números son naturales, entonces blablabla…", "Si el divisor tiene decimales, entonces blablabla…".

Juro que no salgo de mi asombro por dos motivos principales:
1) El profesor cree que esto hará que los niños aprendan algo
2) Los padres participan en este absurdo (y ya es el segundo año que el chaval tiene este tipo de exámenes)

Al profesor le pediría, si pudiera hablar con él, que hiciera una auténtica reflexión del punto en el que está y los motivos que le han llevado hasta ahí. Digamos que es que los chicos no han aprendido aún a dividir con decimales (entiendo que en 5o ya saben sin ellos, puesto que en Castilla y León empiezan a aprender las tablas ya en 2o de Primaria (!) y llevan 3 cursos machacando con el tema).

Supongamos entonces que tenemos un grupo de niños que no sabe dividir a pesar de que han hecho cientos de divisiones durante 3 años -este cole es famoso por mandar muchos deberes que incluyen las típicas hojas de divisiones "a pelo", una detrás de otra-. Como me niego a creer que sean todos unos zotes, no cabe en mi cabeza que haya 25 niños de 10 años con una inteligencia promedio similar al resto de la población, que en tres años trabajándolo no aprenden un algoritmo elemental de "cabe/no cabe, multiplico, resto este de aquel, bajo el siguiente y vuelvo a empezar". Con este razonamiento, sólo concluyo que el examen es una estupidez.

Como debo pensar que el profesor tampoco es un zote, busquemos otro razonamiento entonces para que este examen tenga algo de sentido... Digamos que los niños dividen bien pero "se lían" con los decimales. Ahí lo que fallaría es que no han "memorizado" bien cómo afecta la existencia de decimales a la división. Y para memorizar eso hay dos caminos: a) aprender de memoria la receta y hacer un "examen de teoría"; o b) explicar, manipular, insistir y argumentar con pies y manos el "por qué" de esa receta.

Posiblemente, esos niños vengan de aprender la multiplicación con decimales a través del camino a) con una receta de la que ya tuvieron un "examen de teoría". Y seguramente, aquel sinsentido ha provocado el sinsentido de ahora que impide seguir el camino b), el de entender qué demonios hacemos y por qué. Me preocupa que, si no arreglan pronto el entuerto, estos niños tienen un techo marcado en su recorrido en la disciplina. ¿Alguien cree que se puede "memorizar" el álgebra, el cálculo o la geometría? Y me preocupa que el profesor de 5o pueda estar condenando a que ninguno de los 25 sea físico, ingeniero o, por supuesto, matemático.

Aquí va entonces mi mensaje:
"Señor profesor,
Le ruego que asuma que los niños no son unos zotes. Dado que la división es un concepto sencillo, busque otras maneras de transmitir su mensaje. Y digo otraS maneraS porque tiene usted 25 niños. Y cada uno de ellos, igual que usted, tiene una manera de entender mejor las cosas. Así, en lugar de repetir 10 veces lo mismo hasta acabar poniendo un examen de "teoría" con el mensaje, tendrá usted tiempo de explicar de 10 maneras diferentes cómo y por qué (subrayo, por qué), se divide como se divide cuando hay decimales. Quizás hoy necesite media hora más para ir hacia atrás y arreglar el entuerto del año pasado, con la multiplicación con decimales. Pero le aseguro que esa media hora le va a resultar muy rentable en el futuro, cuando estos niños comprendan los conceptos y puedan avanzar en la materia más rápido y con paso más firme."

Me pongo ahora en el lugar de los padres. Calculo que hay tres tipos: El padre desesperado porque ni memorizando el niño aprende a dividir con decimales; el padre desesperado porque hace siglos que el niño aprendió y ahora le toca irse antes de lo que querría de una agradable comida en domingo porque el niño tiene que memorizar una receta que le toca los pies; y el último tipo es el del padre que no se ha planteado la cuestión. Puede que porque el niño es disciplinado y se lo estudia y ya; o puede que el padre no tenga suficiente información como para opinar sobre el tema. (Lo siento, pero no me cabe el padre que se lo ha cuestionado, que tiene información y que considera que es una gran idea este tipo de exámenes.) Salvando únicamente a los que no tienen información, me solidarizo con los que no se atreven a decir nada. Están vendidos. En el momento en el que entren por la puerta a cuestionar el examen, es distinta de cero la probabilidad de que el que se rompa sea el eslabón más débil, es decir, por el niño. Si el niño es de los que saben dividir, que el profe queda alerta para que el menor fallo sea subrayado como un "¿ves como no?"; si es de los que no saben, viene aún más fácil el "¿ves como no?". Que no son todos los profes, no. Pero que es un riesgo en el que el padre incurre sabiendo que el potencial perjudicado es el niño.

En un mundo ideal, el profe estaría dispuesto a escuchar. El profe quizás entendería que es contraproducente para un niño que entiende y domina el tema tener este examen. Entendería quizás que es contraproducente para el que no entiende memorizar la receta porque es "pan para hoy y hambre para mañana". Entendería quizás que tiene que seguir leyendo y formándose. Que tiene que crecer como profesor y replantearse, cuando se choca contra un muro, la manera de no seguir golpeando en el mismo punto, sino dar un paso atrás y mirar cómo salvar el muro. En ese mundo ideal, un padre nunca dudaría que puede hablar con el profesor sobre ese examen y plantear sus dudas. Tendrían una agradable conversación sobre el tema y, con examen o sin él, saldría tranquilo del despacho. Porque el eslabón débil, es decir su hijo, sólo podría estar igual o mejor después de esa conversación. Una pena que no sea así.

Y, sobre todo, qué pena que 25 niños de un cole de Valladolid estén poniendo en riesgo su "techo matemático" por un mal asiento de las bases, del concepto de qué son las matemáticas y, con seguridad, de su autoconcepto como buenos o malos en la asignatura de matemáticas.