miércoles, 1 de diciembre de 2010

Aprender inglés

Me recuerda Josune que dejé pendiente el hilo del aprendizaje del inglés en uno de mis primeros post y lo prometido es deuda.

Estoy totalmente a favor del aprendizaje de idiomas. Sea inglés, francés, alemán, chino, árabe o latín. Tanto me da. Me parece necesario como cultura general, igual que una base matemática en la gente de letras o una base artística en los de ciencias. Los idiomas enriquecen, amueblan la cabeza, favorecen la abstracción y son divertidos. A los niños les encantan los códigos secretos y, si no tienen un código común, se lo acaban inventando (recomiendo al lector curioso que eche un vistazo por la red al origen del pidgin y las lenguas criollas). Sin embargo, estamos viendo generación tras generación que nuestros niños no aprenden inglés. Mis padres, allá por los años 50 y 60, afirman que estudiaron alemán y francés. Del primero guardan un par de palabras. Del segundo, mantienen la capacidad de traducir algunos textos escritos. Muchos de mis alumnos, medio siglo después, son capaces con dificultades de traducir algunas frases (sencillas). Sin embargo, a dos horas de inglés por semana, durante las 26 semanas aproximadas de un curso escolar, durante los 15 años de escolarización, me sale que han estudiado unas 780 horas de inglés. Eso, los que no van a academias. ¿Qué imaginamos que sucede con un niño que desde los 3 hasta los 18 años juega 2 horas al tenis cada semana? ¿No entendemos todos que jugará bastante bien? Hasta el más torpe, habrá pillado el tranquillo, ¿verdad?. Para eso lleva 15 años jugando al tenis. Pero hay quien es capaz de sobrevivir impermeable a 15 años de enseñanza de inglés. ¿Por qué?

Me gustaría tener una receta mágica para enseñar un segundo idioma pero, ni soy una experta en el tema, ni creo que haya recetas mágicas para enseñar casi nada. Mi teoría es que el segundo idioma debe aprenderse igual que el primero: Por inmersión e imitación.

Sin embargo, se sigue usando el sistema de traducción simultánea de vocabulario (mi sobrino aprendió en la guardería el color "azulblú"). Suponemos que los niños necesitan traducir para dar sentido a lo que aprenden en inglés. Pero el español lo han aprendido sin traducir a ningún otro idioma, ¿no? Se trata de dar un nombre a un objeto conocido. Constantemente, los niños preguntan ¿cómo se llama eso? o, simplemente, nos oyen nombrar un objeto un par de veces y deducen que ese es su nombre y lo usan sin pestañear. ¿Por qué pensamos que para que un niño aprenda la palabra "blue" tenemos que asociarla a la palabra "azul"? No conozco a nadie que hable un inglés medianamente fluido y que traduzca. Absolutamente nadie. De hecho, sólo pensando en el idioma en el que hablamos podemos tener fluidez. Así, si queremos que un niño tenga cierta fluidez en el futuro, debemos asociar la imagen y el concepto con la palabra correcta, no con la palabra conocida que, a su vez, se asocia con su traducción.

Hay un gran consenso sobre la importancia de la motivación en el aprendizaje. Como decía antes, el pidgin es un ejemplo de cómo los niños motivados por comunicarse son capaces hasta de inventar un idioma con su gramática. También los niños sordomudos privados del lenguaje de signos desarrollan el suyo propio. Con los niños, la motivación que les damos para aprender inglés es constantemente "Apréndelo, que es muy importante". Digamos ahora que ponemos a 15 niños de 3 años a jugar con unas piezas de colores. Y a todos les faltan algunas (que mantenemos guardadas en una bolsa). Conforme vienen a buscar las piezas que les faltan, vamos sacando piezas y repitiendo "Do you want the yellow/pink/red/blue one?" El niño sólo tiene que aprender "Yes, please/No, thank you" para conseguir su pieza. En algún momento, habrá un espabilado que sepa cuál es el color que necesita (cuando uno tiene que repetir "No, thank you" 7 veces, tiene cierto interés en acortar el proceso en la próxima petición). Y él dice "Pink!!! Yo quiero la Pink!!!" ¿Ha traducido algo? ¿Ha pasado la palabra "rosa" por su cabeza? Seguramente no. Porque ese objeto se llama "pink" ahora. Tampoco ha necesitado entender "Do you want", porque el gesto que acompañaba era suficiente. Con suficientes repeticiones, podremos prescindir del gesto, porque "Do you want" es una oferta de quien me habla. Y punto. Y me da igual cuál es el verbo, ni si lleva auxiliar. Como soy un niño, cuando tenga que ofrecer algo, diré "Do you want". Porque no tengo miedo a usar palabras o expresiones nuevas. ¡Lo hago cada día!

Otro de las claves creo que reside en la corrección constante. Cuando un crío de 2 años habla con lengua de trapo, dejamos pasar gran cantidad de fallos y, de vez en cuando, repetimos lo que ha dicho pero de manera correcta. A un "Me ponido a seta", cualquier padre contesta "¡Sí! Te has puesto la camiseta." Sin embargo, cuando aprenden el segundo idioma, queremos saltarnos la fase de lengua de trapo. ¿Por qué no se puede un niño comunicar "en indio" en inglés? Si consigue decir "Me want pink", pues genial. Una respuesta perfecta sería "I want pink, too". El miedo a confundirse es uno de los asesinos de la fluidez. He conocido a gente con un nivel aceptable que no podían sostener una conversación porque las dudas sobre si usar "do" o "does" les paralizaban en mitad de la frase. ¿Y qué más da cuál es? ¿No queremos comunicarnos? Pues hagámoslo y, cuanto más hablemos, más aprenderemos a hablar. Y cuanto más fluido hablemos, más posibilidades tendremos de que un nativo no se aburra hasta decir basta con nosotros (eso de andar esperando a que el otro elija la forma del auxiliar resulta matador).

Por último, debo decir que estoy en contra de la enseñanza de la escritura del inglés hasta, digamos, los 10 años. Yo invertiría los primeros 7 años del aprendizaje en la fluidez oral y la comprensión. Cantamos, jugamos, interactuamos y aprendemos el vocabulario que es necesario para llevar a cabo todas esas tareas usándolo y oyendo cómo lo usa el profesor. Igual que aprendemos el español. Luego, cuando ya tenemos una base razonable y somos capaces de expresar muchas cosas en inglés, pues empezamos a necesitar leer los cuentos por nosotros mismos en lugar de que nos los lean, o de poner lo que pensamos por escrito. Pero un niño de 7 años no debería ver frenada su capacidad de aprender inglés porque "idea" sea "thought". ¿Qué más le da a él dónde tiene th o ht? ¿Es capaz de usar la palabra en su contexto? ¿la pronuncia correctamente? Pues ¡adelante!


Y acabo diciendo (sin resistirme ya a mi vena más radical) que NO creo que todo el mundo necesite saber inglés al nivel de tener una conversación fluida o de escribir documentos técnicos. Y lo digo en serio. Conozco a muchísimas personas que jamás han necesitado una sola palabra de inglés y que sobreviven en internet en la infinidad de recursos en castellano y con los traductores automáticos (que cada vez son mejores). A quien me diga que se pierden muchas cosas que están sólo en inglés, le contesto que yo también me pierdo muchas cosas que están en chino y en japonés y en coreano. Y de verdad que lo siento, porque me encantaría poder leer artículos sobre la educación asiática igual que hago con la española. Pero no puedo. Mala suerte.  He tenido que elegir a qué dedicar mi tiempo y el aprendizaje del chino no está en el Top-10. Sin embargo, aunque nadie me exige saber chino, las empresas se han empeñado en que hay que saber inglés. Y ahí surge la trampa: Hay que saber inglés porque la sociedad cree que hay que saber inglés. Conozco empresas de Valladolid, o de Jaén, o de Barcelona, o de cualquier sitio de España con cero relación con otros países y cero documentación en inglés que piden en las selecciones de personal que se sepa inglés. Entiendo que se hace por costumbre y porque queda "paquetón", pero si el trabajador jamás va a hacer uso de ese conocimiento, ¿a qué ponerlo? También podrían solicitar conocimientos de ajedrez, si lo que buscan es filtrar. Igual les daba más información sobre el candidato...

5 comentarios:

  1. Qué bueno Belén. En efecto, aprender traduciendo es absurdo y aburrido. Mis dos hijos van a un colegio internacional en Londres, la mayor aprendió el inglés de un niño de 5 años en 7 meses más o menos, ahora está aprendiendo a leerlo muy rápido; y el pequeño lo está aprendiendo a la vez que el español. En el colegio sus profesores no saben español, por lo tanto no pueden traducirles nada. Y aprenden rápido, disfrutando de cada descubrimiento y sin sentir que el aprendizaje es doloroso.
    CVuando vivimos en Barcelona Alicia aprendió mucho catalán del mismo modo, le hablaban en catalán y lo aprendió.
    Y otra cosa sorprendente, tengo una amiga venezolana recién llegada a UK. Habla inglés fenomenal. ¿Donde lo aprendió? En el colegio. Tengo otra amiga noruega recién llegada en la msima situación. Algo falla en el sistema aspañó de enseñanza de idiomas.

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno... en esas mismas he estado yo, tras estudiar en el colegio (el francés), en el instituto (el inglés), estudiar turismo (inglés y francés), hasta 5º en la escuela de idiomas (inglés) y hasta 4º(francés) tengo la certeza de que mis idiomas no pasan de un nivel medio, muy medio y en mi empeño de que a mi hija no se suceda lo mismo he buscado alternativas y la verdad aprender inglés no se si lo está aprendiendo porque hasta ahora no hay resultados evidentes pero feliz y contenta no os podéis imaginar... así que cuando leo artículos como el tuyo me suben la moral y me animan a seguir por este camino. Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Totalmente de acuerdo. Gracias por tú reflexión, una vez más me siento identificada y reforzada. Llevo 10 años viviendo en España y desde el principio he tenido mucha curiosidad en averiguar porqué se habla tan mal (en general) el inglés aquí cuando se les mete los niños a academias y clases privadas nada más nacer. Y los amigos y conocidos que preguntaba me contestan que los profes eran malos, que los españoles no tienen oido para los idiomas y tal y cual. Me costó tiempo estudiandolo y reflexionandolo y he llegado a tu misma conclusión. El tema está en la no sumersión, en el miedo al hablar antes de que se sepa todo y en un afán de estudiarlo con mucho sufrimiento, muchas horas en academias metiendose páginas de vocabulario sentaditos en el escritorio y estudiandose el libro de gramática página por página. Yo soy el vivo ejemplo de haber aprendido "en la calle" un segundo idioma, en este caso el español. Una manera muy divertida, animador, eficaz. Cuando llegué no sabía nada mas decir que vino tinto (con eso se avanza bastante ;), pensando que con mi inglés sobreviviré un buen rato. Pués a la fuerza aprendí español, la mayoría de la gente no me podía contestar ní "Where is the bus station?", de alquilar un piso o comprar un bonobus o trabajar en un sector dónde pensaba que el idioma no es tan importante ní hablar. Aprendí rapidísimo, oyendo radio, comprando verdura en la frutería, yendo al cine (al principio no podía ní pedir el ticket en español, y me avisaba el de la taquilla que la "peli- no subtítulos" ;), salir por los bares etc. Seguí durante un més un curso de español en una academia que era muy muy bueno, con mucho juego, canciones y también algo de gramática. Decidí posponer la parte de gramática para más tarde (los accentos como podeis ver hasta hoy ;), porque no podía con todo. Decidí concentrarme en las maneras de hablar, de decir cosas y siempre lo mas divertido en los idiomas son las frases hechas, los tacos (el profe me daba una buena lista). Escuché y canté canciones de Miguel Bosé y de la movida madrileña, ví pelis de Almodóvar sin saber de que iban, pero me gustaban. Avancé de esta manera muy rápido, y con ganas. Allí está la clave. Mantener en una tarea dificil que es el aprendizaje la motivación. Y eso no se consigue con cursos siguiendo página por página un libro de curso. Se consigue viviendolo, sumergiendose, sin preocuparse por lo correcto, que no importa. Es como tu ejemplo del niño que dice que "se ha ponido la seta". hablando con una gramática elementar se puede muy bien hacerse entender y sobre todo comunicar. La gente entiende mucho mas de lo que uno cree, todos tenemos imaginación.

    ResponderEliminar
  5. Ahora estoy enseñando alemán aquí, todos los niveles y edades variadas. Y noto una resitencia, un miedo en los adultos a aprdender a base de cantar, a escuchar reportajes de noticias en sonido original, a jugar juegos de roles, a relajarse antes de empezar, a sumergirse. Hay mucha desconfianza a apenas utilizar libro (como con las fichas en el cole de los pequeños: ya que hemos gastado el dinero queremos aprovechar cada ficha), y me cuesta trabajo que confien en este método de sumersión y conversación. Pero los que me siguen vienen con ganas, otros no vuelven. Les digo a los alumnos, de la gramática es necesario saberse las estructuras básicas, y a partir de allí la posponemos. Pero como se oye hablar tanto de lo dificil que es la gramática alemana, piensan que hay que meterse en ella. Si les cuento que el alemán tiene alrededor de 200 verbos irregulares frente a unos 2000 en el español, están perplejos. Espero que mis alumnos aprenden sobre todo las ganas de seguir con el idioma y la automotivación de sumergirse, sea viajando o escuchando la radio y canciones alemanas. Y que sigan viniendo a mis clases, y que se contagien con el amor para los idiomas tanto como a mi me ha infectado uno de mis profes de inglés que tuve en el instituto. Era alemán, había estudiado unos años en el sur de Inglaterra. Nos hablaba desde el primer momento en inglés, con accento fuerte además, como si no supiera alemán. No entendiamos nada, al principio, y rápido avanzabamos y sobre todo me enseñó que aprender puede ser divertido y muy eficaz a la vez. Aprendí para toda mi vida, que aprender cualquier cosa desde y en un contexto es lo mejor, creando estructuras relacionadas en el cerebro. Lo llamo la sostenibilidad del aprendizaje. Como p.ej. cuando un olor nos recuerda situaciones de la infancia en la casa de la abuela. Podemos hasta revivir y sentir una situación en el instante de recordarlo. Así con los idiomas. Si al leer o escuchar una palabra recordamos la canción donde conocimos esa palabra, recordamos el lugar dónde la oimos, quien la cantaba y mucho más relacionado y tambien somos capaces de hablar. Sin miedo, y para ello no hace falta saberse la gramática.

    ResponderEliminar