miércoles, 5 de enero de 2011

Economía comportamental

Muchos educadores abogan por los sistemas de puntos y de caritas sonrientes y tristes para dirigir el comportamiento de un niño. Igual que con "la silla de pensar", los abogados de estos sistemas se basan en el éxito de los mismos. La idea es que cada vez que el niño muestra el comportamiento que queremos que se repita, se le da un premio (una carita sonriente en un cuadrante, un privilegio, un regalo...). No difiere mucho de lo que se hace con los perritos cuando se les está entrenando: caricia en la cabeza, palabras cariñosas, un hueso... Todos los practicantes afirman que funciona.

Sin embargo, existe toda una corriente en contra de esta economía de caras y premios que, al ser minoritaria, se ve obligada a defender su postura con algo más que un simple "esto funciona". La idea es tan sencilla como que estamos creando una dependencia externa de reconocimiento. Si, por el contrario, enseñamos al niño a estar orgulloso de sí mismo o avergonzado de sí mismo por sus actos, el comportamiento deja de depender del exterior y se repite incluso a espaldas del administrador de los puntos.

Cuando mi hijo en la mesa me dice "mami, no mires", ya sé que va a meter los dedos en el plato, o que va a hacer pompas en el vaso, o cualquiera parecida. Yo le sigo el juego, porque sé que está demostrando que sabe lo que debe y lo que no debe hacer. La tarea pendiente es que, aunque yo no mire, consiga frenarse y no hacerlo. Está claro que, para él, esas normas son impuestas y no tienen sentido. Por otra parte, jamás me ha pedido que yo no mire para tirar abajo la estantería del salón. Esa norma está asumida, tiene sentido para él y el comportamiento adecuado sale de dentro esté o no esté yo presente.

Cuando un niño de 4 años tiene el comportamiento dirigido por unas pegatinas, es fácil que siga el camino marcado. Las amenazas de "no hay pegatina" son suficientes para frenarlo. Cuando ese niño llega a los 10 años, la inflación ha hecho que los comportamientos vayan siendo cada vez más caros: La wii si apruebas matemáticas; un mes sin tele si suspendes. Y, si la cosa sigue torcida, a los 16 años, ¿ya sólo queda la posibilidad de echarlo de casa? Conozco varios casos de universitarios que no se hablan con sus padres (curiosamente, suele ser con el padre). Para no echarlos de casa, los condenan al ostracismo. Supongo que no encuentran un castigo mayor que no les cree remordimientos.

Creo que los educadores debemos hacer todo lo posible para que los comportamientos adecuados salgan de dentro, sin mezquindades. Es un camino mucho más tortuoso que un cuadrante en la puerta de la nevera. No hay recetas "que funcionen" a corto plazo. Es mucho más difícil de explicar a los más pequeños... pero, a la larga, estaríamos garantizando que esos niños serán, además, ciudadanos más responsables, lo que es interesante para toda la sociedad. ¿Os acordáis de aquel anuncio de un señor en un semáforo que decía "Nadie me ve... ¡este me lo salto!"? O les enseñamos a avergonzarse de sus faltas y enorgullecerse de ellos mismos, o les hará falta un radar en cada instante de su vida, un gran hermano que premie y castigue. Creo que merece la pena intentarlo.

5 comentarios:

  1. Gracias por tus entradas, bueno, por el blog entero.
    Hoy he descubierto esta Web http://www.educacionprohibida.com.ar/ y quería pasarte el enlace (a ti y a todos los "seguidores") a ver qué os parece.

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  2. Yo también me sumo al agradecimiento de Josune y aprovecho para felicitaros al año a tod@s

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  3. Hola guapa, yo me sumo al aplauso popular que te damos todas por éste maravilloso blog que te has montado.
    Considero que tengo muchísimo que aprender sobre como educar a mis hijos y a veces me encuentro inmersa en un -quiero esto pero no se como hacerlo-.
    Lo de los premios y recompensas reconozco que lo he hecho bastantes veces sobre todo cuando ya no tengo recursos y la cosa se pone fea. Con el tiempo me he dado cuenta de que cada vez funciona menos y también me he dado cuenta de mi total falta de coherencia.
    Pero de verdad es que hay veces que no se que hacer y encima te ves imbuido en una sociedad que tampoco te marca muchas alternativas y de verdad que yo a veces estoy hecha un lío.
    Aunque creo que mi afán por mejorar es un comienzo y por lo menos me consuela eso.
    También me gustaría hablar aquí de otro tema que ya has sacado tú en varias entradas.
    Mi hija tiene tres años y está muy contenta en el cole. La profe es una señora mayor y creo que le aporta bastante tranquilidad a la clase, sobre todo para tener 25 niños.
    Pero claro tienen sus cosas de educadora tradicional.
    El primer día de cole tuve que entrar en su clase por casualidad y me encuentro con un montón de dibujos pinchados en el corcho, así que me paré a mirar el de mi hija.
    En el dibujo había algo escrito y me interesó saber que era. Para mi sorpresa la profesora había escrito "no se" con una flechita que indicaba al dibujo.
    En el resto de los dibus de los niños no había escrito nada.
    Le di una vuelta a la frase y enseguida intuí que la profe le había preguntado a mi hija que qué había dibujado y evidentemente ella no lo sabía porque creo que hasta ese día nadie le había preguntado que era lo que dibujaba.
    Cuando llegó a casa le saqué el tema sutilmente y mi hija me lo contó y muy apenada me dijo que es que todos los niños sabían lo que habían dibujado y ella no.
    Intenté quitarle importancia al asunto y le comenté que dibujar con el corazón era lo más importante y que dibujar lo que uno siente sin más era también muy bonito.
    Desde ese día muchas veces pone nombre a lo que dibuja, aunque me gusta que suele hacerlo cuando le recuerda a algo o se parece a algo, pero no deja de darme un poco de penita.
    Pero lo que me ha dado mucha rabia es que el último día de cole la profe le dijo que no garabateara porque sino no iba a cumplir 4 años. Eso me dolió mucho, con lo que me gusta a mí que haga garabatos.
    En fin, espero que lo de casa también le valga y no se aliene mucho con el cole.
    Ya hemos quedado que en el cole tiene que hacer lo que diga la profe y que en casa puede explayarse con sus dibus y sus garabatos, aunque claro, en casa también hay otras opiniones...así que menudo lío.

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  4. Hola Marta,

    Yo también tengo algún dibujo del enano del año pasado con anotaciones del tipo "una raya magicosa". Si a la seño le hace falta un título, pues nada, él dispara ;) Esta evaluación me ha contado muy contenta que por primera vez ha hecho un dibujo de "algo". No sé qué piensa ella que eran los 300 dibujos anteriores.

    Hay un cuento que me parece excepcional para que entiendan ellos a qué nos referimos cuando hablamos de lo que tú llamas "dibujar con el corazón". No tengo ni idea de si estará traducido. Si te interesa, se llama ISH y es de Peter Reynolds. Si te interesa mucho, puedo intentar hacer una traducción y mandártelo, aunque los dibujos molan mucho y pierde bastante la historia si sólo se cuenta.

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  5. Buscaré el cuentecillo.
    Al hilo de esto estoy recordando un vez que le saqué el tema a mi hermana. Ella es profesora de infantil. Le pregunté por qué a los niños no se les dejaba dibujar libremente en vez de en fichitas y sin salirse de las líneas y todas esas cosas.
    Su respuesta me sorprendió y la dejo ahí por si queréis darle una vuelta.
    Ella me contestó muy segura de si misma.
    - "es que cuando les dejas un papel en blanco y les dices que dibujen lo que quieran no son capaces de dibujar absolutamente nada"...

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