jueves, 12 de febrero de 2015

¿Quién no tiene 15 minutos?

Algunas veces circulan por ahí chistes de que tienes que comer 3 piezas de fruta al día, y beber 2 litros de agua y tomar un poco de vino y... así sigue la historia enumerando las mil cosas que uno debería ingerir al día para llevar una vida saludable y provoca hasta la risa cuando se leen todas juntas.

Este desahogo va en esa línea pero no con la alimentación, sino con lo que debería hacer un niño en su día. La cosa es que no me provoca ninguna risa.

El primer colegio de mi hijo mayor tenía un horario de 9 a 14. Nunca me gustó el enorme hueco entre el desayuno y la comida, que me parece bastante poco razonable en niños de 3 años aunque tomen algo en el recreo. De hecho, muchos de esos niños vienen de guarderías donde, con mucho más criterio, comen a las 12:30 o las 13:00. En cualquier caso, si se quedan en el cole para que a uno le de tiempo a trabajar, comen a las 14, a las 15 juegan un rato y a las 16 tienen alguna extraescolar. Son las 17 cuando salen agotados, hambrientos y habiendo terminado su larga jornada de 8 horas.

El segundo colegio, en Costa Rica, tenía un horario de 8 a 15 con un hueco de una hora para comer a media mañana (alrededor de las 12) y las extraescolares acababan a las 16. Las mismas 8 horas de jornada pero con una distribución diferente.

El tercero, de vuelta en España, tiene jornada partida 9-13 y 15-17. Un hueco más amplio para la comida, a una hora más razonable que el de jornada continua y, sí. Las mismas 8 horas... pero sin las extraescolares.

Como uno no vive en el colegio, dejadme que añada los desplazamientos que entre vamos al coche-sube-abrocha el cinturón-aparca-desabrocha-baja, me sale alrededor de otra hora. Vamos por 9.

Y resulta que todos (adultos y niños) deberíamos hacer ejercicio a diario, pero en el cole tienen 2h/semana de Educación Física, por lo que el niño debería practicar algún deporte fuera de esas horas. Digamos que tiene 2 ó 3 días por semana entrenamiento de ese deporte. A diferencia de nuestra época, las competiciones deportivas abarcan todo el año, a todos los niveles y casi no quedan deportes que no convoquen, como mínimo, un fin de semana al mes (los vecinos que tienen fútbol llevan un ritmo de un partido por semana con "convocatoria" 45 minutos antes del partido, e.d, toda la mañana del sábado o del domingo).

Con el deporte ya hemos cubierto parte del fin de semana y 2 ó 3 tardes por semana la jornada llega ya a las 10 horas... o 10 y media o incluso 11 dependiendo de la distancia del cole al entrenamiento y a casa y de cómo cuadren los horarios de salidas y entradas.

Como aprender idiomas y, en particular, el dominio del inglés se ha convertido en obsesión, el cole intenta enseñar las ciencias naturales en inglés. Lo de que ni aprenden ciencias ni inglés está siendo estudiado ya desde hace tiempo y no voy a entrar en ello hoy, pero sí que está provocando que casi todos los niños de mi entorno tengan clases de inglés además de las del cole.

Añado el inglés y ya tenemos los 5 días de la semana a jornada de 10-11 horas, más parte del fin de semana.

Como aún sigue habiendo profesores que no se han enterado de la inutilidad de los deberes (no hay más que buscar en la red estudios serios que apoyen su existencia para ver que NO existen), cada día mandan una tarea. ¡Si son 15 minutos!, dicen ellos. Mientras tú piensas... "quince minutos es lo que vaguea por la casa haciendo como que busca el sacapuntas porque no se quiere sentar". Y la cosa es que son 15 minutos para hacer una hoja del cuaderno de lengua. Y 15 minutos para la de matemáticas. Y la de ciencias, que es una cosita corta y no le va a llevar más de 15 minutos. Y venga, repasa el examen de sociales de mañana, que en 15 minutos lo tienes. Para el fin de semana mandamos alguna cosilla más, que como tienen más tiempo... ¿Quieres apuntarte a Aloha/ Kumon/ Smartick? ¡Son sólo 15 minutos al día! Como estamos tan flojos en España en matemáticas...

La cuenta es sencilla: Añadimos en promedio una hora más (aunque dependiendo del niño y del centro, con una hora apenas van por la mitad los pobres). Ya tenemos 11-12 horas a diario y el deporte y los deberes del fin de semana.

Por supuesto, la cena debe ser en familia y ellos deben ir asumiendo pequeñas responsabilidades ayudando en su elaboración o, al menos, poniendo la mesa. Preparamos la cena, nos sentamos en familia y oooops! se nos pasó otra hora en esto. Ya que estoy, sumo la media hora del baño y la media del desayuno. Dos más.

Hasta aquí, me sale que el tiempo "estructurado" es de 13-14 horas, pero aún no he acabado porque tiene que dormir unas 10-11 horas al día. Recordemos que es un niño y que el descanso es muy importante.

Ay, que algo debo haber hecho mal... que ya voy por días de 25 horas de tiempo estructurado y el niño aún no ha jugado, que es una de las recomendaciones unánimes para el desarrollo correcto de un niño... Ay... que no. Que no me cabe. Que no LE cabe.

Y poniendo tantas cosas importantes en su agenda nos hemos quedado sin hueco. Y el niño nunca se encuentra con el aburrimiento, con el momento no estructurado, con ese instante de ¿qué hago yo ahora? Ese que desarrolla la creatividad, que le permite pensar en sus cosas, que le hace pensar con qué amigo querría estar ahora o si quiere jugar solo.

No deja de tener su aquel que las actividades extraescolares vayan disminuyendo con la edad y que haya tan poca oferta para los chicos de secundaria, y que los equipos deportivos se vayan quedando sin jugadores. Mi apuesta es que cuando empiezan a poder elegir, entre la inexperiencia (porque nunca tuvieron la ocasión de tomar decisiones) y el agotamiento, eligen la más obvia: No hacer ¡NADA!

Y la verdad, no me extraña.

PD1. Añado que en nuestra pequeña burbuja en Costa Rica, con coles bilingües de verdad (que quitan la necesidad de la clase particular); con deberes no siempre y no tantos (algunos directamente ningunos deberes nunca); con 3 recreos y tiempo libre en el cole que JAMÁS consistieron en "ver una peli"; y con un clima que permite a los niños sustituir el deporte por jugar subiéndose a los árboles y corriendo y nadando, el tiempo de juego libre oscilaba entre las 3 y las 4 horas ¡diarias! Menudo choque cultural...








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