lunes, 14 de febrero de 2011

Deberes II

Las madres suelen ser más pacientes; pero, entonces, se perfila otra trampa: el niño puede contentarse con escuchar distraído --todavía más distraído-- en clase, con la seguridad de revisar la lección con la madre, que le explicará lo que no haya entendido. Poco a poco, va apoyándose cada vez más en esta muleta siempre presente y ni siquiera hace el esfuerzo de seguir la clase. Todo el mundo sabe que tendrá la tentación de ser menos puntilloso con la ortografía si tiene la garantía de que un corrector haga su trabajo y retome todo el texto en busca y captura del menor error. El niño que siempre recibe ayuda se encuentra constantemente en esta situación, de modo que ya no sabe escuchar asiduamente una clase y tratar de entenderla sobre el terreno, como si uno no se esforzara por acordarse de un itinerario si tuviera siempre al lado a un guía que le indicara el camino que debía seguir. Privado de sus directrices, uno se pierde completamente.


Es una dimisión permanente, de la que nadie es consciente, hasta el momento en que la enseñanza supera la competencias de la madre, que estudió latín y griego, pero no recuerda nada del programa de matemáticas; aún puede explicar una etimología, pero no una integral. El niño aterrado, que pensaba que esa ayuda sería eterna, vive su ignorancia como si se tratara de una catástrofe. Escucha las palabras de aparente sentido común que le dirigen con tono comedido: <<Ahora eres mayor; durante mucho tiempo te he enseñado cómo trabajar, puedes continuar solo perfectamente>>. Y se hunde. Tal vez sea <<mayor>>, pero no sabe cómo trabajar y esta ayuda que se zafa de repente agrava todavía más el problema. Hasta el momento, <<trabajar>> era que mamá le explicara todo lo que no había entendido, o no había escuchado, o no había comprendido, era repetir las clases con una experta profesora particular que sabía cómo ayudarle. La yunta se deshace y deja tan perdido a quien debe continuar el camino como si nunca hubiera conducido en la vida.


Justificar su actitud diciendo <<Si no voy detrás de él, no hace su trabajo>> resuelve el problema en un primer momento, pero impide encontrar una solución eficaz. El niño debe aprender a trabajar por sí solo.

Extraído de "Niños superdotados. La inteligencia reconciliada", de Arielle Adda y Helene Catroux.

2 comentarios:

  1. Deberes I y Deberes II, mi pesadilla diaria. ¿Qué pasa cuando el niño no quiere hacer los deberes pero quiere llevarlos hechos? ¿Qué pasa cuando su madre les intenta dar total libertad para decidir si quieren hacerlos o no, pero ellos no pueden con la idea de quedar marcados como el que no hace los deberes?
    "El niño debe aprender a trabajar por sí solo." esto es muy importante, lo sabemos entender e identificar, pero muchas veces no es fácil dar con el camino para lograrlo. El mayor problema surge cuando los niños se bloquean en la contradicción, no encuentran una salida a su dilema, y se empiezan a desmotivar.

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  2. Querida mariposa ;)

    Empiezo por darte la bienvenida al blog. Seguro que nos aportas cosas interesantes desde tu doble perspectiva madre-docente.

    Me da mucha penita lo que cuentas. Yo voy hablando con todo profe de infantil y primaria que me encuentro de este tema. Intento que me justifiquen lo del "hábito" e intento que reflexionen sobre la necesidad de la mayoría de las tareas que ponen como deberes. Es una lucha difícil, pero creo que no está perdida (también es cierto que yo doy pocas luchas por perdidas...).

    En tu caso, lo que me parece más cruel para el niño es ver que las dos personas cuya opinión más valora (madre y profe) no van en sintonía. Y es que, algunas veces, la receptividad de un profe respecto a lo que dicen los padres es nula y consideran cualquier sugerencia como una intromisión, en lugar de un intento de mejorar la situación, de fluidificar la transferencia de información casa-colegio, y de buscar una consonancia en la educación, que tiene que suceder en los dos ámbitos.

    En una conversación el otro día con un director de un colegio, me afirmaba que su eslógan es que las que educan son las familias y que ellos colaboran en esa educación. Hay otros coles donde la idea que subyace es la de "déjame al niño, que yo sé lo que me hago". Y entre una y otra idea, lo que al final manda es cada profesor en su aula, que hace de su capa un sayo, independientemente de lo que diga el director :(

    A ver si algún asiduo del blog tiene alguna idea para darte. Yo sólo veo la solución de hablar con la profe/dirección sobre el problema. Conozco padres que cogen la hoja 23 de sumas y las hacen ellos para aliviar esa situación, pero creo que esa actitud es la más perjudicial de todas porque enseña a mentir, a esconder las convicciones, a no afrontar los problemas... vamos, que no me gustan nada los valores que transmite al niño aunque pueda resolver el corto plazo.

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