viernes, 17 de diciembre de 2010

Educar en casa (homeschooling)

Hace diez días, El País anunciaba la salida del Informe Pisa con el siguiente titular:
La escuela se instala en la mediocridad
El nivel educativo de los españoles de 15 años es menor al de la media de la OCDE - Los métodos caducos y la deficiente formación del docente se señalan como causa

Hoy aparece el siguiente:

Solo la escuela enseña a convivir
El Constitucional deniega el derecho a dos familias a educar a sus hijos en el hogar, lo que sí aceptan otros países - Los expertos apelan a la socialización

Es decir, que para garantizar la educación de los niños ¿tenemos que mandarlos obligatoriamente a unas escuelas "instaladas en la mediocridad" con "métodos caducos" y docentes con una "deficiente formación"? No. Espera. He mezclado los titulares. Que lo que tenemos que garantizar es que aprendan a convivir. Y eso... ¿sólo se consigue yendo al colegio?

Nadie parece tener nada en contra del homeschooling en un montón de países incluído Finlandia (pero ¿quién querría que sus hijos no fueran a la escuela en el país de las mejores escuelas?). Las leyes los amparan y el derecho de los niños a la educación es controlado más o menos a menudo de una u otra manera (exámenes anuales, por ciclo, revisiones, etc). En España, además de ser una opción minoritaria, anda en un estado legal confuso (hay sentencias en los dos sentidos).

No hay dudas hoy en día de que el nivel académico que alcanzan los niños educados en casa supera en general a la media. Se habla de que entre 1º y 4º de Primaria van un curso por delante, en 5º se abre aún más el hueco y en Secundaria llegan a ir unos tres cursos por delante de sus compañeros escolarizados.
(Ver, por ejemplo, http://www.hslda.org/docs/study/comp2001/HomeSchoolAchievement.pdf )
En efecto, según dice el artículo de El País, "El juzgado número 2 de Coín no entró a valorar la calidad de la enseñanza." Toma, claro, porque aunque el que escribe la noticia se lo guarde para el sexto párrafo, los chavales hablan 5 idiomas y saben música y mates y ciencias y lengua y ética...

La primera vez que oí hablar de alguien que había sido educado en casa yo también pensé inmediatamente que sería un raro y un inadaptado social. Me sorprendió conocer al chaval y ver que era absolutamente normal socialmente hablando. De hecho, era un tipo con una conversación interesantísima: aprendió geografía viajando con su padre por USA y Canadá; su padre había tenido mil y un trabajos y él siempre lo acompañaba, relacionándose con otros niños en el parque, en actividades por las tardes o con los hijos de los amigos que su padre hacía en cada sitio donde paraban.

Hoy me he dado cuenta de que mi hijo vive la vida de este chico, pero al revés, porque él socializaba por las tardes en sus mil y una actividades, y el mío sólo socializa por las mañanas: El cole al que asiste recomienda que no tengan actividades extraescolares en Infantil, porque bastante tute llevan ya por las mañanas (en su caso, hace un par de días por semana una horita de cerámica por aquello de que a él le gusta y que yo creo que compensa mi falta de arte). Por las tardes jugamos, vamos juntos al super, leemos, hacemos nuestras recetillas... en fin, lo normal. De lo que me daba cuenta hoy es de que durante todas esas horas que estamos juntos (de 14 a 21 aprox), el niño no está aprendiendo a convivir (según parece). El hecho de que me acompañe al super y me vea hablar con la cajera o yo lo mande a preguntar a aquella señora dónde está la harina (no te olvides el por favor), no le enseña a convivir. Visitar a la vecina de enfrente que tiene al cuñado malo en el hospital para preguntar cómo anda, no le enseña a convivir. Hablar con la del 38, que se muda dentro de poco, y ofrecerle ayuda para la mudanza y verme negociar si me deja o no un sofá que puede que le sobre, no le enseña a convivir. Ir a la biblioteca, al banco, al parque, al médico o a por la fruta, no le enseña a convivir. La única interacción que hace posible que un niño aprenda a convivir es cuando se le pone en un lugar rodeado de niños que no saben convivir (porque eso se aprende en el cole) y un adulto... ¿se lo explica?. 

Seamos serios. La mayoría de las familias que optan por educar en casa se preocupan por la educación más que la media (por eso no les vale la escuela). Y si tenemos que mandar a alguien obligado al cole, que sea a esos chiquillos que cuando llegan a casa no tienen con quién hablar porque los padres llegan a las mil y se enchufan directamente a la tele. A todos esos, más cole, por favor. Cuantas más horas mejor. Pero a aquellos que encuentran la energía y el valor de ir contracorriente para disfrutar viendo a sus hijos aprender, que todos los días se inventan una nueva, que se unen en internet para apoyarse, que buscan actividades por la tarde para que sus hijos se relacionen... A todos esos, todos mis respetos. 

martes, 14 de diciembre de 2010

Algunas notas sobre PISA 2009

No he hecho mención hasta ahora de los resultados del informe PISA porque me interesan relativamente poco. Saber si seguimos igual de mal o un poco menos mal, mientras no vaya acompañado de una reforma real del sistema, me parece como tirar una moneda trucada y volver a sorprendernos cuando sale muchas veces cara. ¡Pues claro que seguimos mal! ¿Tan difícil de entender es que, si no cambiamos, seguiremos igual?

Lo que me deja estupefacta es que las autonomías nos han servido para mirarnos el ombligo con mucha más intensidad y con el "pues tú", "pues anda que tú", podemos llenar páginas en los periódicos comparándonos a unos con otros dentro de nuestras pequeñas fronteras. Comparándonos, además, con sólo uno de los indicadores del informe, y desdeñando el resto.

Los resultados de Castilla y León, han sido "tan buenos" que, esta mañana, oía un mensaje en la radio dando la enhorabuena a alumnos, padres y profesores. Ayer leía a quien dice que han sido buenos "a pesar" de las políticas educativas. Otro publica en un blog que todo el mérito es de los estudiantes... Y así. De igual manera, las comunidades que han salido peor en esa medida, pueden ir dando palos de ciego (igual que en CyL se dan felicitaciones de ciego) para arreglar rápidamente el problema. Medidas de medida, es lo que hacen al final. Miden cuánto de mal lo hacen, generan un informe y listo. Entonces, ¿nadie sabe por qué a unos les va mejor que a otros? ¡Pues lo tenemos claro!

Una de las cosas que he estado mirando en el informe para intentar entender qué ha pasado en Castilla y León, ha sido los niveles en los que se sitúan a los alumnos. En el estudio, se detalla cuántos alumnos quedan por debajo del nivel 1, en el 1, en el 2 y así hasta el nivel máximo. He estado dando una vuelta por Ciencias, donde CyL queda por encima de la media de la OCDE, y me sale que el 7.65% de los estudiantes están en los niveles 5 ó 6. Es decir, en el máximo nivel. Por su parte, el Reino Unido, con una ligerisimamente menor nota media, tiene un 13,65% de alumnos que brillan en ciencias. Casi el doble de gente sobresaliente allí que aquí. En lectura, con una media inferior a la de la OCDE y al Reino Unido, repetimos el patrón: tenemos la mitad de alumnos sobresalientes que el Reino Unido. Sólo en matemáticas, donde los resultados son realmente mejores, CyL tiene prácticamente la misma cantidad de alumnos sobresalientes. Sin querer quitar méritos a quien los tiene, no me queda mucho más que añadir que: Bienvenidos al paraíso de la mediocridad donde, con tanto ciego, aparecen reyes tuertos.

Y saliendo de nuestras pequeñas fronteras, sólo he hecho una comprobación más: El número de horas que se dedican a lectura en los colegios españoles es muy superior a Finlandia; aproximadamente igual en matemáticas; y muy ligeramente inferior en ciencias. Teniendo en cuenta que los finlandeses comienzan la escolarización más tarde y que tienen, como mucho, media horita de deberes al día, ¿no deberíamos pensar qué hacen ellos en esas horas para que les cunda tanto, en vez de pensar en cómo meter más horas del mismo patrón que no funciona? (Parece que los coreanos han encontrado la manera de llegar cerca de Finlandia pero con el doble de esfuerzo por parte de los chavales)

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Tu casa es un centro de alto rendimiento?

Tengo un amigo que, después de oírme contar muchas cosas de cuando era niña, me dijo un día "Hija, es que tu casa no era un hogar; tu casa era un centro de alto rendimiento." Él lo dijo riéndose y, aunque de esto hará ya 4 ó 5 años, yo aún sigo dándole vueltas.

El año pasado en el cole de mi hijo organizaron unas sesiones de "Escuela de padres" que llevaba una profesional fantástica y que hacía las reuniones muy interesantes. Cuando se acabó la subvención, cambió la organización y la persona que lo llevaba. Con esta ya me entendí menos y dejé de asistir después de la primera reunión. En esa primera reunión, nos pidió que dijéramos quiénes éramos y, obviamente, todos nos identificamos con nuestro nombre, cuántos hijos teníamos y de qué edades, y nuestra profesión. A continuación, nos intentó convencer de que esos no "éramos" nosotros, sino que eso eran "roles" que teníamos en momentos diferentes y no me preguntéis qué más, porque desconecté y decidí que no era mi lugar. Cuento esto porque esos primeros 10 minutos de reunión me dieron para hacerme aún más consciente de que yo no tengo el rol de madre en casa y el rol de docente en el trabajo. Porque en el trabajo no puedo evitar que me preocupen mis alumnos y me siento responsable de ellos (no diré que como una madre, pero es que me pillan con 20 añitos, y ya ¡poca madre necesitan! ) y en casa no puedo evitar ser docente.

Hasta no hace mucho, en mi mundo de yupi, yo pensaba que en todas las casas se contaban los huesos de los chirimoyos como hace mi padre (el último que me he comido tenía 85). Y yo pensaba que, cuando se añade sal al agua para cocer un huevo, todos las madres añadían que eso se hace para bajar la temperatura de ebullición. Yo pensaba que en todas las casas había un diccionario en el salón para cuando las madres soltaban un "palabro" extraño sacado de un crucigrama o de la Granada mora. A este despiste mío, se suma que mi costillo es del mismo palo y que, cuando pone con el enano las capsulitas del café en el soporte, te encuentras que han hecho series de colores. Y que el juego que él se inventó y que más éxito ha tenido en mi casa es pintar en una cartulina un plano de un aparcamiento (con sus números en las plazas y sus flechas marcando direcciones obligatorias y su entrada de pago). Con ese juego, el enano aprendió los números, a interpretar mapas, a fijarse en las direcciones cuando vamos en coche, y algunos rudimentos de economía.

El otro día me contaba mi madre una anécdota reciente de uno de mis mejores profesores (mi profesor de mates de 3o y COU, que comparte el cuadro de honor con la que me dio Bases de Datos en Granada). Resulta que su nieto, de 6 u 8 años, le preguntó que qué era dividir. El hombre, más acostumbrado al instituto que a la primaria (con todos los respetos si me lees, Manolo), contestó algo así como que si 4x2=8, pues 8/4 son 2. Vamos, que no le dijo de milagro que la división es la operación inversa de la multiplicación. Salió al rescate la abuela, también profesora de mates y, por referencias sé que aunque ella no me dio, también buenísima. Le dijo al chaval que dividir era repartir. Y que cómo repartiría él 8 caramelos con su hermano. Sin pestañear, el chaval dijo que tendrían 4 para cada. ¿Otro centro de alto rendimiento?

Y todo esto viene al caso de los últimos deberes que le han puesto al niño en el cole. Era una chorradita de un dibujo para decorar. Hasta ahí, pues los habituales de este blog ya sabéis que estoy en contra de los deberes en Primaria y que no me ha convencido todavía nadie de su utilidad en cuanto a la creación del hábito ni en cuanto al repaso de contenidos. Pero bueno, que si el niño quiere, pues que lo pinte, hombre. La coña era que las instrucciones del dibujo venían en un papel grapado con el dibujo y comenzaban por "Queridos papá y mamá". ¿Perdona? ¿Una carta dirigida a mí en *sus* deberes? Mi costillo dice que, encima, están sentando las bases a los 4 años para que papá y mamá se sienten con en niño a hacer los deberes, cosa que tenemos clarísimo que es contraproducente e inadecuada. Al comentarlo ayer de pasada con una de las profes del cole, su respuesta inmediata fue: "Hay algunos padres que sólo así se sientan con sus hijos a hacer algo juntos". Y desde ayer ando dándole vueltas. ¿De verdad que hay tantas casas en las que no se cuentan los huesos del chirimoyo como para que el colegio tenga que enseñar a los padres a jugar con los niños? y ¿acaso creen que los deberes van a cambiar esa dinámica? y ¿con qué derecho irrumpen en mi casa? Ains, que ya me estoy poniendo radical y luego mi madre me llama para decirme que no está de acuerdo con lo que he escrito.

Siempre me ha puesto los pelos un poco de punta lo de "estimulación temprana" porque me suena a forzar la máquina. Pero hoy pienso que eso me pasa porque mi casa de ahora, igual que mi casa de cuando era chica, no son hogares, sino centros de alto rendimiento. ¿Y la tuya?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Aprender inglés

Me recuerda Josune que dejé pendiente el hilo del aprendizaje del inglés en uno de mis primeros post y lo prometido es deuda.

Estoy totalmente a favor del aprendizaje de idiomas. Sea inglés, francés, alemán, chino, árabe o latín. Tanto me da. Me parece necesario como cultura general, igual que una base matemática en la gente de letras o una base artística en los de ciencias. Los idiomas enriquecen, amueblan la cabeza, favorecen la abstracción y son divertidos. A los niños les encantan los códigos secretos y, si no tienen un código común, se lo acaban inventando (recomiendo al lector curioso que eche un vistazo por la red al origen del pidgin y las lenguas criollas). Sin embargo, estamos viendo generación tras generación que nuestros niños no aprenden inglés. Mis padres, allá por los años 50 y 60, afirman que estudiaron alemán y francés. Del primero guardan un par de palabras. Del segundo, mantienen la capacidad de traducir algunos textos escritos. Muchos de mis alumnos, medio siglo después, son capaces con dificultades de traducir algunas frases (sencillas). Sin embargo, a dos horas de inglés por semana, durante las 26 semanas aproximadas de un curso escolar, durante los 15 años de escolarización, me sale que han estudiado unas 780 horas de inglés. Eso, los que no van a academias. ¿Qué imaginamos que sucede con un niño que desde los 3 hasta los 18 años juega 2 horas al tenis cada semana? ¿No entendemos todos que jugará bastante bien? Hasta el más torpe, habrá pillado el tranquillo, ¿verdad?. Para eso lleva 15 años jugando al tenis. Pero hay quien es capaz de sobrevivir impermeable a 15 años de enseñanza de inglés. ¿Por qué?

Me gustaría tener una receta mágica para enseñar un segundo idioma pero, ni soy una experta en el tema, ni creo que haya recetas mágicas para enseñar casi nada. Mi teoría es que el segundo idioma debe aprenderse igual que el primero: Por inmersión e imitación.

Sin embargo, se sigue usando el sistema de traducción simultánea de vocabulario (mi sobrino aprendió en la guardería el color "azulblú"). Suponemos que los niños necesitan traducir para dar sentido a lo que aprenden en inglés. Pero el español lo han aprendido sin traducir a ningún otro idioma, ¿no? Se trata de dar un nombre a un objeto conocido. Constantemente, los niños preguntan ¿cómo se llama eso? o, simplemente, nos oyen nombrar un objeto un par de veces y deducen que ese es su nombre y lo usan sin pestañear. ¿Por qué pensamos que para que un niño aprenda la palabra "blue" tenemos que asociarla a la palabra "azul"? No conozco a nadie que hable un inglés medianamente fluido y que traduzca. Absolutamente nadie. De hecho, sólo pensando en el idioma en el que hablamos podemos tener fluidez. Así, si queremos que un niño tenga cierta fluidez en el futuro, debemos asociar la imagen y el concepto con la palabra correcta, no con la palabra conocida que, a su vez, se asocia con su traducción.

Hay un gran consenso sobre la importancia de la motivación en el aprendizaje. Como decía antes, el pidgin es un ejemplo de cómo los niños motivados por comunicarse son capaces hasta de inventar un idioma con su gramática. También los niños sordomudos privados del lenguaje de signos desarrollan el suyo propio. Con los niños, la motivación que les damos para aprender inglés es constantemente "Apréndelo, que es muy importante". Digamos ahora que ponemos a 15 niños de 3 años a jugar con unas piezas de colores. Y a todos les faltan algunas (que mantenemos guardadas en una bolsa). Conforme vienen a buscar las piezas que les faltan, vamos sacando piezas y repitiendo "Do you want the yellow/pink/red/blue one?" El niño sólo tiene que aprender "Yes, please/No, thank you" para conseguir su pieza. En algún momento, habrá un espabilado que sepa cuál es el color que necesita (cuando uno tiene que repetir "No, thank you" 7 veces, tiene cierto interés en acortar el proceso en la próxima petición). Y él dice "Pink!!! Yo quiero la Pink!!!" ¿Ha traducido algo? ¿Ha pasado la palabra "rosa" por su cabeza? Seguramente no. Porque ese objeto se llama "pink" ahora. Tampoco ha necesitado entender "Do you want", porque el gesto que acompañaba era suficiente. Con suficientes repeticiones, podremos prescindir del gesto, porque "Do you want" es una oferta de quien me habla. Y punto. Y me da igual cuál es el verbo, ni si lleva auxiliar. Como soy un niño, cuando tenga que ofrecer algo, diré "Do you want". Porque no tengo miedo a usar palabras o expresiones nuevas. ¡Lo hago cada día!

Otro de las claves creo que reside en la corrección constante. Cuando un crío de 2 años habla con lengua de trapo, dejamos pasar gran cantidad de fallos y, de vez en cuando, repetimos lo que ha dicho pero de manera correcta. A un "Me ponido a seta", cualquier padre contesta "¡Sí! Te has puesto la camiseta." Sin embargo, cuando aprenden el segundo idioma, queremos saltarnos la fase de lengua de trapo. ¿Por qué no se puede un niño comunicar "en indio" en inglés? Si consigue decir "Me want pink", pues genial. Una respuesta perfecta sería "I want pink, too". El miedo a confundirse es uno de los asesinos de la fluidez. He conocido a gente con un nivel aceptable que no podían sostener una conversación porque las dudas sobre si usar "do" o "does" les paralizaban en mitad de la frase. ¿Y qué más da cuál es? ¿No queremos comunicarnos? Pues hagámoslo y, cuanto más hablemos, más aprenderemos a hablar. Y cuanto más fluido hablemos, más posibilidades tendremos de que un nativo no se aburra hasta decir basta con nosotros (eso de andar esperando a que el otro elija la forma del auxiliar resulta matador).

Por último, debo decir que estoy en contra de la enseñanza de la escritura del inglés hasta, digamos, los 10 años. Yo invertiría los primeros 7 años del aprendizaje en la fluidez oral y la comprensión. Cantamos, jugamos, interactuamos y aprendemos el vocabulario que es necesario para llevar a cabo todas esas tareas usándolo y oyendo cómo lo usa el profesor. Igual que aprendemos el español. Luego, cuando ya tenemos una base razonable y somos capaces de expresar muchas cosas en inglés, pues empezamos a necesitar leer los cuentos por nosotros mismos en lugar de que nos los lean, o de poner lo que pensamos por escrito. Pero un niño de 7 años no debería ver frenada su capacidad de aprender inglés porque "idea" sea "thought". ¿Qué más le da a él dónde tiene th o ht? ¿Es capaz de usar la palabra en su contexto? ¿la pronuncia correctamente? Pues ¡adelante!


Y acabo diciendo (sin resistirme ya a mi vena más radical) que NO creo que todo el mundo necesite saber inglés al nivel de tener una conversación fluida o de escribir documentos técnicos. Y lo digo en serio. Conozco a muchísimas personas que jamás han necesitado una sola palabra de inglés y que sobreviven en internet en la infinidad de recursos en castellano y con los traductores automáticos (que cada vez son mejores). A quien me diga que se pierden muchas cosas que están sólo en inglés, le contesto que yo también me pierdo muchas cosas que están en chino y en japonés y en coreano. Y de verdad que lo siento, porque me encantaría poder leer artículos sobre la educación asiática igual que hago con la española. Pero no puedo. Mala suerte.  He tenido que elegir a qué dedicar mi tiempo y el aprendizaje del chino no está en el Top-10. Sin embargo, aunque nadie me exige saber chino, las empresas se han empeñado en que hay que saber inglés. Y ahí surge la trampa: Hay que saber inglés porque la sociedad cree que hay que saber inglés. Conozco empresas de Valladolid, o de Jaén, o de Barcelona, o de cualquier sitio de España con cero relación con otros países y cero documentación en inglés que piden en las selecciones de personal que se sepa inglés. Entiendo que se hace por costumbre y porque queda "paquetón", pero si el trabajador jamás va a hacer uso de ese conocimiento, ¿a qué ponerlo? También podrían solicitar conocimientos de ajedrez, si lo que buscan es filtrar. Igual les daba más información sobre el candidato...